Los días de lluvia me hacen pensar, y, sinceramente, no me gusta. Porque cuando pienso me doy cuenta de que he hecho demasiadas cosas mal, y de que me he perdido tantas veces que ni si quiera sé como sigo aquí. Quizás porque encontré a esa persona que supo encontrarme, quizás porque me abrazó justo antes de que me desvaneciera, impidiéndolo, impidiendo que me perdiera para siempre. A veces no sabemos cómo dar las gracias porque no sabemos exactamente qué debemos agradecer, y eso es un poco lo que me pasa a mí ahora.
Hay días en los que simplemente te sientes vacía, y aunque sabes que sólo una persona, o mejor dicho, un sólo gesto de esa persona podría llenarte, incluso hacerte rebosar de felicidad, tu orgullo no te deja intentar que eso pase, que llegue esa persona y simplemente te abrace, porque hay una parte de ti que sabe que eso sería pan para hoy y hambre para mañana. ¿Cómo sé cuándo debo dejarte ganar o cuándo debo decirle a mi orgullo que espabile, y que te deje fuera de juego?
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