Nos gustaba ser diferentes, pero tío, hemos terminado igual que todos. Nos gustaba escondernos hasta que llegara el viernes, y gritar como locos por la calle. Te gustaba poner tu mano en mi entrepierna y acariciarme suavemente, por debajo de la mesa, sin que nadie se enterara, y entonces sonreírnos como dos ladrones que acaban de atracar un banco; nos gustaba a los dos. Nos gustaba empezar las películas para dejar de prestarles atención al poco tiempo. No sé tío, lo de desaparecer durante semanas y volver con ganas de comernos el mundo (porque nosotros ya nos habíamos comido suficiente). Y lo de echarnos de menos, de verdad, sin cursiladas ni mierdas, simplemente eso, que nos jodiera no poder reírnos juntos de cualquier tontería que hicieras y apretarnos fuerte la mano, como diciendo 'eh, que estoy aquí, no te preocupes'. Y no sabes cuanto me tranquilizaba eso, que estuvieras aquí. Pero, ¿ahora qué? Decías que éramos especiales y que nadie iba a poder con nosotros, que si no lo había hecho la distancia, nada lo iba a hacer ya. ¿Cómo pudiste equivocarte así? Si no estás seguro ¿para qué mierda me prometes que ibas a estar ahí siempre que necesitara que alguien me recordara que podía con todo? Porque ahora lo necesito tío, y no estás, no te veo por ningún sitio, y me pierdo.
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