Y de repente aparece.

Cuando piensas que nadie va a poder hacerte sentir así, que nadie en esta jodida vida va a conseguir hacerte igual de feliz, que vas a dejar el amor a un lado, porque nadie merece la pena, cuando estás convencida de que no te mereces sufrir más y te gustaría poder dejar de sentir para siempre, llega él, y te rompe todos los esquemas que tenías y te hace darte cuenta de que no todo acaba con aquel gilipollas que te prometió el cielo y no fue capaz de llevarte a ver las estrellas, de que has encontrado a quién de verdad te mereces y te cuestionas eso de que los príncipes azules solo existen en los cuentos.

Querida mejor amiga:

Sé que no es suficiente, pero estaría bien empezar con un 'gracias'. Gracias por conseguir animarme cada vez que me vengo abajo, por transformar las lágrimas en sonrisas en cuestión de segundos. Gracias por decirme las cosas tal y cómo son, me hagan feliz o me duelan, porque al fin y al cabo, eso solo lo hacen los amigos de verdad. Gracias por estar ahí, siempre que lo he necesitado, y por, no con palabras sino con actos, hacerme saber que te tendré ahí cada vez que suceda algo, tanto bueno cómo malo. Gracias por haberme hecho reír como nadie, gracias por todos los momentos que hemos pasado, por cada gilipollez, por cada abrazo. Y sí, lo sé, con un simple 'gracias' no se puede medir lo mucho que te agradezco todas y cada una de las cosas que has hecho por mí, pero sabes que con actos intento demostrar cada día. No hace falta decirte que me tienes aquí, que solo tienes que llamarme, que presentarte en mi casa, no importa la hora, siempre vas a tener un hombro en el que llorar y una AMIGA para todo lo que supone serlo. Te quiero.