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viernes, 18 de octubre de 2013

Última vez.

Hoy es uno de esos típicos días en los que te preparas un café, le das vueltas para que se enfríe, miras como sale el humo caliente y te quema los ojos por unos segundos, y comienzas a pensar en por qué mierda no podemos saber cuándo será la última vez. Sí, porque si lo hubieras sabido, si hubieras sabido que tras esa discusión nunca más ibais a volver a hablar, quizás le hubieras dicho que le querías y te habrías tragado el orgullo a tiempo. Quizás, si hubieras sabido que ese abrazo iba a ser el último, no te habrías ido tan rápido y habrías apretado con fuerza, hasta sentirte llena, como la primera vez. Quizás, si hubieras sabido que esa iba a ser la última vez que ibas a poder ver a esa persona, te habrías despedido de ella mirándole a los ojos, apretándole la mano, diciéndole y dejándole claro lo mucho que es para ti, y lo mucho que será siempre, en vez de hacerlo todo en voz baja, de rodillas frente a un puto ramo de flores y una jodida lápida con su nombre grabado en ella, quizá habrías podido besarle la mejilla, y que te dijera en voz baja que estaba orgulloso de ti, con esa voz ronca, que inspiraba seguridad, en vez de besar esa foto en blanco y negro en la que sale sonriendo, como siempre sonreía. Sonrisa que jamás volverás a ver, pero que siempre recordarás como si lo estuvieras haciendo. Quizás, si hubieras sabido que sería la última vez que le verías sonreír, le habrías hecho reír muchas más veces. Quizás, si tan solo hubieras prestado un poco más de atención, si hubieses tenido presente que en la vida debes demostrar cada día lo que sientes por las personas que hay a tu alrededor, quizás, si supieras que el orgullo no te lleva a ninguna parte y que debes aprovechar lo que tienes, porque puede llegar esa 'última vez', ahora, serías (más) feliz.