Vistas de página en total

miércoles, 28 de enero de 2015

No te olvido.

Qué miedo me da pensar que mi piel la va a rozar otro, y la tuya, otra.
Qué miedo me da pensar en tu cama, y en tus brazos que van a ser refugio de otra.
Qué miedo me da tu sonrisa de cuando perdías aguantándonos la mirada. Qué miedo me da tu mirada reflejada en otros ojos.
Qué miedo me da perderte y no sentirte dentro, o no sentirte fuera, qué más da. No volverás aunque te piense.
Dejaré que las palabras corran como ya lo hacía yo cuando me tocabas la primera vez en aquel hotel.
Dejaré que el cigarrillo se consuma, y que mis labios se sigan agrietando, y que las heridas se curen y mi lunar lo toque otro, lo toque yo pensando en ti. Camino sin salida.
Qué asco no poder ir a tu casa porque no soy lo suficiente, porque no éramos lo suficiente para alguien que no entiende nada, o que lo entiende todo, quizás nosotros éramos los locos.
¿En qué nos hemos convertido? Dímelo al oído, o dile a otra que fuiste el primero de algunos a los que tendré, sin éxito en la mayoría de las sonrisas, que olvidar. Pero como la tuya ninguna.
Cabrón, sigues dentro de mí, como el primer día, cuando te esperaba tras el semáforo en rojo, no se me olvida.
No te olvides de que te recuerdo.
Seguiré dormida hasta que me despiertes en el sueño en el que me gusta quedarme. Y es que, cuando lo hago, a veces hasta puedo olerte. Hasta mis lágrimas te echan de menos.
No te olvido, recuérdalo.