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martes, 8 de marzo de 2016

Bajo cero.

Ojalá nunca sepáis lo que es estar tan rota, sentirse tan sola y necesitar tanto un abrazo.
De verdad, ojalá nunca sintáis que se os está cayendo el mundo encima y que jamás antes, ni aun cuando iba cayéndose algún que otro cimiento, os habíais sentido tan frágil. 
Que se destruyan todos los soportes. Que solo queden ruinas, y un corazón agonizante intentando, casi siempre en vano, salvarlo todo. 
Y es que no hay silencio que pueda gritar más fuerte que el mío, no hay silencio que diga tantas cosas como el de estos labios de hielo que, agrietados, te buscan para que salves tú. 
Que salves este desastre, que pares el tiempo, que me hagas amanecer otra vez, infinitas veces.
Que de todo se sale y a todo se puede entrar, por eso jamás digas de este agua no beberé.
Que me faltan fuerzas, y sé que no vendrán solas, sé que saldré a buscarlas. Pero ya mañana.
Y es que solo necesito que alguien me encuentre, me saque de aquí y me recuerde que la luna es eterna, porque aunque se esconda, a la noche siguiente siempre brillará con más fuerza.
Decís que hay que perderse
para encontrarse,
pero yo sólo veo caminos
sin salida 
y cada día sé
menos
quién soy.