Vistas de página en total

sábado, 19 de julio de 2014

Por vidas complicadas que me dan la vida porque estás en ellas.

''Si no me importaras tanto hija de puta, si no me importaras tanto, todo sería mucho más fácil.''
Y eso pensaba yo. Porque es demasiado difícil que alguien te cale tan dentro, que surja esa especie de dependencia absurda; como si alguien llegara a tu vida y te pusiera unas gafas, sin siquiera preguntarte si las quieres, sin que siquiera sepas cuanto tiempo puedes quedártelas, con las que pudieras ver el mundo con más color, con más vida. Eso no es fácil. Pasan muchos que intentan esconderte de las cosas malas, aislarte para que pienses que todo es bonito. Y funciona, pero cansa. En cambio de repente una persona consigue enseñarte a ver que el mundo es una mierda, pero que hay atardeceres que son realmente bonitos. Consigue que comprendas que la vida se basa en las pequeñas cosas, y que muchas de ellas son las que nos hacen tan grandes; pero es que además consigue que con sus pequeñas cosas seas tú quien se haga enorme.
A veces pienso que escondiéndome del mundo las cosas eran más fáciles, que cuando nada importaba, y no tenías nada que perder, era mejor. Pero luego escucho su risa y os juro que me doy cuenta de que no quiero una vida sencilla, de que prefiero una vida tremendamente complicada, pero a su lado. Y me doy cuenta de que lo bonito es saber que ahora sí tienes mucho que perder, y además estar segura de que no vas a hacerlo. No me preguntéis por qué, supongo que es el hecho de que las cosas sean tan diferentes ahora, y de que me encante que sean así. Supongo que me ganó su espalda, y los susurros a las 7 de la mañana antes de empezar a hacer como si dormíamos. Supongo que me ganó su risa, y lo real que sonó ese 'te quiero' al abrazarme por detrás cuando empezaba a echar de menos sus brazos.


lunes, 7 de julio de 2014

Las noches contigo.

Le encanta la noche. Supongo que porque para ella es bonito que nadie hable, y tener tiempo para poder pensar en todo lo que tiene. En otra época, las noches habrían sido destructivas, ya que pararte a pensar en qué tienes y darte cuenta de que no hay nada a lo que puedas agarrarte para evitar terminar diciendo que tu vida no tiene sentido no es precisamente bonito. Pero ahora, ahora eso no le ocurre, y por alguna estúpida razón hasta cree que no volverá a pasarle nunca más. Ahora sí tiene algo a lo que aferrarse con fuerza, algo por lo que no rendirse.
A veces, cuando la oscuridad se apodera del tiempo, y ve lo mismo cerrando los ojos que manteniéndolos abiertos porque hasta las estrellas tienen miedo de la seguridad con la que ella mira la luna, como diciéndole que esta vez nada va a pararla, que es su momento de brillar, y hasta llega a desafiarla en alguna ocasión; en esos momentos en los que el silencio le puede a todo, comprende que hay sueños que sí se hacen realidad. 
Y es que nunca le gustaron las cosas fáciles, pero a veces desearía con todas sus fuerzas poder abrazarle en una de esas noches. Aunque saber que no se irá hace que duela menos, y hace que todo de menos miedo, que suene menos estúpido, y hasta justifica esas sonrisas que le salen del alma cuando toda la ciudad duerme. Qué cojones, lo justifica todo. Porque que alguien te conozca a la perfección y que aún así siga queriendo quedarse, es precioso. 
Ahora ella sabe que si le encantan las noches es porque puede compartirlas con él. Y porque recuerda sus brazos arropándola, y ver amanecer desde la ventana, como riéndose del mundo, como sintiéndose mejores que todos. Y no lo son, pero a veces hasta lo parece. Porque se quieren tanto... Se quieren tanto que nadie se fijaría en la luna llena de envidia, teniendo sus cuerpos desnudos bailando el mejor de los bailes. Y riendo. Siempre riendo.