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miércoles, 5 de agosto de 2015

Hay que saber cuándo dejarse la piel.

No hay nada más bonito que el sentir que alguien te quiere de verdad.
Cogió su mano con delicadeza, como el que se sirve un vaso de agua en la vajilla de porcelana de la abuela, y le susurró que no se iría. Ella le miró a los ojos y no dijo nada. Sonrieron. Bebieron el uno del otro durante unos cuantos minutos, que se les pasaron fugaces como la estrella a la que ambos, por separado, pidieron el deseo de no tener que separarse jamás; y se tumbaron a ver pasar la vida, su vida, la que dejaba en segundo plano a cualquiera que no fuera ninguno de aquellos dos locos amantes sin miedo a los finales.
Lo hacían todo al revés. Iban a la playa de noche y se tiraban el día durmiendo. Se veían llorar y se curaban las heridas con abrazos fuertes. A los dos les dolía que el reloj no tuviera piedad y no fuera capaz de detenerse para ellos en los momentos en los que se lo daban todo, pero aún así seguían haciéndolo, aunque siempre llegaran tarde. Se tiraban más tiempo eligiendo la película que viéndola, y a menudo tenían que ponerla desde el principio otra vez, porque se miraban a los ojos y se les entrelazaba el alma. Nunca estaban de acuerdo, pero conseguían sobrevivir a todos los enfados, y a todas las reconciliaciones (ni ellos mismos sabían a qué costaba más trabajo resistir). Cualquiera de los dos habría vendido su alma al diablo a cambio de tener la certeza de la felicidad eterna del otro, aunque cualquiera de los dos prefiriese siempre ser quien se la proporcionara.
No tenían una canción, pero sí miles de recuerdos dentro de cada una de sus preferidas. Por las noches se acostaban mirando al techo y pensando que cada día que pasara era necesario para que llegase el día que esperaban. Los dos tenían fallos, miedos y cientos de noches de autodestrucción, pero los dos sabían que se necesitaban, y que se tendrían, pasara lo que pasara.
Porque, cuando quieres a alguien con todo el alma, cuando sabes que alguien te quiere de verdad, si no luchas por mantener vivo eso que os une, estás muerto, habrás perdido la mayor de tus batallas. Y es que ¿de qué sirve vivir si no te sientes vivo?