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jueves, 6 de noviembre de 2014

Dame un minuto y te doy la vida.

¿Qué más da salvar el mundo o salvarnos de él? El caso es irnos de aquí y que brille el sol en plena noche, o que te quedes y nunca termine el verano.
Que nos amemos tanto que lleguemos a ser libres cuando nos cogemos de la mano. Porque la vida contigo es vida, y no quiero vida si no es contigo.
Mi propósito es recorrer el mundo a base de vuelos de última hora, y convertir hostales de carretera en hoteles de lujo rompiendo el colchón mojado de nosotros felices. Hacernos mil fotos recién levantados. Coger el tiempo y tirarlo muy lejos de la cama, y que, al levantarnos, esté echo un ovillo en la esquina de la habitación, junto a la rutina y mis bragas. Que nos echen del bar de la esquina por gritar que hasta borrachos damos envidia. Abrazos desnudos que arropan, besos robados que dan vida.
Y es que ¿quién no va a querer recorrer las calles de tu mano? La mayor suerte de mi vida es tenerte.
Ya no me asustan las noches frías, ni los días de lluvia, ni las canciones demasiado tristes o las despedidas demasiado largas, porque sé que siempre volveré a verte.