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domingo, 25 de mayo de 2014

Te echo de menos.

Hoy me he levantado con ganas de quitarle la repetición al despertador y tirarme la vida escribiendo que te echo de menos. De quemar la sábana que sigue oliendo a ti con la ceniza de mi cigarro y de cerrar fuerte los ojos para que no salgan esas lágrimas que llevan escrito tu nombre. De que sea invierno y llueva, y correr al bar donde a nadie le importa por qué bebes, pero todos te invitan a otra copa, porque de alguna manera se compadecen de tu soledad.
Supongo que es el sentimiento de culpa de haber dejado marchar a tantas personas especiales. Y el dolor de que no estés aquí. De dormir tanto porque hayas dejado de ser mi café.
Y que si no me rindo es porque sé que te prometí que no lo haría, bueno, y porque jamás me había sentido tan llena con un simple abrazo; ya sabes, uno de esos que te hacen respirar hondo y susurrar estúpidos 'te quiero, de verdad que te quiero'.
Y que recuerdo la primera vez que nos cruzamos, el semáforo en rojo y tu bonita sonrisa al otro lado de la acera. El primer beso. La primera mirada que me removió por dentro, que me hizo sentirme indefensa, lo cual desapareció de mi mente en cuanto supe que no ibas a irte. La primera despedida y el primer pinchazo en el pecho al verte andar en sentido contrario.
Hoy me he levantado con ganas de dibujarnos. De hacer planes. De cosquillas en la tripa y miles de piques tontos. De borrar finales. De que no duela. De besos, de sexo, de lenguas cruzadas que hablan un idioma extraño. De no rendirme. Hoy me he levantado con ganas de nosotros.

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