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miércoles, 27 de agosto de 2014

Me bastó un segundo.

Dicen que el tiempo pone a cada uno en su lugar, y yo me pregunto el porqué de que no estés aquí, si ya he esperado lo suficiente. Supongo que ni lo suficiente es suficiente cuando se trata de ti.
A veces cuando me subo al bus y me siento cerca de algún grupo de gilipollas, me encuentro con que hay alguien que lleva tu colonia, y de repente me da aún más rabia echarte tanto de menos.
Porque no es justo que mis manos se entrelacen con el aire y no con las tuyas. No es justo que llegue a mi parada y no estés esperándome en la puerta con el coche, para llevarme a cualquier estúpido lugar, que haríamos nuestro en menos de dos minutos.
Dicen que un segundo no es nada, pero es lo que me bastó para saber que mi lugar sería cualquiera, siempre y cuando estuviera iluminado por tu jodida sonrisa.
Y es que me pierdo si desaparece esta tonta certeza de que no vas a irte; porque tío, hasta el silencio que había en mi almohada sonaba bonito cuando venías a verme.

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