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viernes, 22 de noviembre de 2013

Siempre lo consigues.

Estoy en uno de esos momentos fríos, fríos independientemente de los grados que haya y del viento que te sopla en la cara y hace que la nariz se te ponga roja; éste es uno de esos momentos fríos por dentro, más bien helados. Y al fin y al cabo, todo es por tu culpa (o por la mía, por creerte), por tener la capacidad de convertir en hielo el mismo fuego, las chispas que salían  de nuestras pieles desnudas al rozarse en pequeños copos de nieve. Supongo que este es uno de esos textos en los que empiezo odiándote y acabo amándote, como ayer, como mañana, como siempre. Pero ¿qué le hago si lo único que me enseñaste fue a depender de ti? Eres un capullo, lo tenías todo planeado ¿no? Empiezas con un montón de sonrisas tontas, luego un par de 'te quiero' inesperados y ¡bum! ese puto beso que me erizó toda la piel, que me hizo ser feliz, felicidad que, en cierto modo, echo de menos. Eso es lo que querías ¿verdad? Que te echara de menos... Pues lo has conseguido hijo de perra, siempre lo consigues.


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