Vistas de página en total

miércoles, 18 de junio de 2014

Magia.

Y es que recuerdo perfectamente el cosquilleo que sentí recorriendo mi cuerpo de pies a cabeza. Al igual que recuerdo esos impulsos casi irrefrenables que temía que se volvieran en mi contra y pasaran de mi boca a la tuya por vete tú a saber qué proceso. Y mi estúpida reacción de querer deshacerme de ellos, como si acaso fuera capaz, como si fuera capaz de dejarlos caer sobre mis pies y pisarlos.
Y allí estaba yo. A tu lado, fingiendo que me importaba algo el resto del mundo, observándolo mientras con el rabillo del ojo podía apreciar tu mirada fija en mi culo y tu tentadora sonrisa. Tenía tanto miedo de que olvidaras aquel momento, tanto miedo de que te diera por huír y de que lo mandaras todo a la mierda que cogí tu mano, como acto reflejo. Supongo que para recordarte que aún seguía ahí. A tu lado.
Y ahí estabas tú; respondiendo a mis caricias con susurros sin sentido, que, aunque suene a locura, eran lo único que le daba significado a lo que algunos llaman vida hoy por hoy. Y es que en ese momento supe lo que era la vida. Lo supe cuando me miraste a los ojos y me dijiste que juntos podíamos con todo. Es como si de verdad pudieras hacer magia. Como si lo hubieras arreglado todo. Incluso a mí, y quién iba a decir que eso iba a ser posible algún día. Pero es que tú siempre lo arreglas todo, y eso es lo que yo aún no sabía.



No hay comentarios:

Publicar un comentario