Vistas de página en total

sábado, 31 de agosto de 2013

Nos faltó valor.

A veces echo de menos tus manos frías erizando mi piel, recorriendo mi cuerpo, mientras yo, como una ilusa, seguía besándote, sin saber que tarde o temprano ibas a irte. Bueno, lo cierto es que lo sabía perfectamente, pero me gustaba creer que esa vez podía ser diferente, y así siempre, y lo cierto es que siempre terminaba siendo igual. Supongo que nos faltó valor, echarle cojones e intentarlo. Nos faltó tener esa seguridad de que existía esa posibilidad de que saliese bien, es más, de que seguramente eso era lo que iba a suceder, porque lo teníamos todo joder, todo. Pero no, fuimos unos cobardes, un par de cobardes que aún muriéndose de ganas por estar juntos, después de haber intercambiado el perfume, impregnándolo en su ropa, cogieron calles diferentes para, al fin y al cabo, ir a parar al mismo sitio. Y se tiraron todo el camino oliendose a sí mismos, porque ese mismo perfume no olía ni parecido en cualquier otra persona. Aunque, ¿sabes? Te diré algo, nunca vamos a ser dos extraños, pero tampoco dos amigos. No, después de todo lo que hemos pasado, siempre seremos algo más que ambas cosas, algo indeterminable. Y seguiremos con nuestras vidas, de hecho, ya lo hacemos. Y seremos felices, sin necesitarnos para absolutamente nada, aunque, llegará un día en el que nos echemos de menos, pero ¿sabes? Ya será demasiado tarde. Y desearíamos volver atrás, y haberle echado cojones en su momento. Y nos daremos cuenta de que eso, ya, es imposible. Y entonces simplemente sonreiremos, porque sabemos que no hay más opciones, porque en el fondo no queremos que las haya.

No hay comentarios:

Publicar un comentario